Acabo de hablar por
teléfono contigo y vas a ser tú, quién ponga fin al “interruptus” por el que
esta atravesando mi blog. Aún hoy sigues enseñándome multitud de cosas útiles,
sencillas, bonitas que dan un sentido muy especial al día a día.
Me enseñas optimismo; si
alguien ve el vaso medio lleno, esa eres tú; sabes hacer juego sin cartas.
Recuerdo cuando la abuela te llamaba “doña facilitas” y no soportaba esa
actitud tuya; nunca te has preocupado por lo que el resto del mundo “mata”.
Me enseñas a ser
“eternamente joven”; en esa juventud las arrugas son muescas de la vida para
recordarnos que hemos vivido. Nunca te quejas de nada, odias hablar del
colesterol y la tensión; hablar de “los años” te produce tiricia. Ese “espejo
picado” del aseo es tu único confidente.
Me enseñas “buen humor”;
te las pintas para parodiar situaciones cotidianas y triviales con una factura
similar a los hermanos Marx.
Me enseñas a ser enérgica;
eres pura dinamita; aún hoy emprendes nuevas aventuras.
Me enseñas sabiduría;
tienes un pozo sin fondo. Eres sabia; siempre has sido sabia. Has sabido en
cada momento que tocaba y has sido capaz de disfrutarlo; y sino esperar que
llegasen tiempos mejores.
Me enseñas pasión; sigues
disfrutando de tus amigos y amigas como siempre lo has hecho, con escasos
convencionalismos, dejándote llevar por el corazón; ese corazón tan soleado e
inquieto que tienes.
Me enseñas paz, sosiego,
tranquilidad. A tu lado, aunque se pare el mundo, no importa; recuerdo una
noche no muy lejana que me metí en tu cama porque me dolía el estómago. A la
mañana siguiente nos despertamos cuando el sol nos molestó, no oímos ni el
despertador…
Me enseñas generosidad;
tienes un gran manantial de bondad. No solo en las cosas materiales, sobre todo
me das tu tiempo, tu alegría, tu ingenio, tu ternura…
Me enseñas, literatura,
poesía…; nadie como tú para recitar o relatar tus pequeñas vivencias que son
grandes por cómo las vives…
¿Sabes mamá? Aun sigo
aprendiendo mucho de ti