¡Vaya comienzo de semanita! En teoría vaticinaba una semana ajetreada pero
sin niñas; es la única semana del año que no están a mi vera. Viaje el martes, viaje el jueves de punta a
punta de España y viaje de bautizo el
finde semana. A priori mucho viaje de
trabajo…presentía que “mi semana” se iba a esfumar…como tantas veces.
De repente las cosas cambiaron…y me encontré de sopetón
con mi tiempo; no sabía que hacer, estoy
acostumbrada a tener planificado hasta el día del juicio final…
Mientras pensaba, tuve la necesidad de saber como lo estaban
pasando mis hijas en la playa. Estaban en casa, aburridas, cabreadas, viendo la
tele porque su padre había ido a recoger al tren a la
persona que ahora “le entiende”. Estoy cansada de escuchar eso de “no hay quien
te entienda” porque a mi me pasa lo
mismo con el género masculino. Empiezo por no entender que en 6 escasos días de
un completo de 365, no puedas prescindir
de “la que te entiende”… Y mantuve el tipo y les repetí una y otra vez que
disfrutasen…No iba a arruinar el día a nadie, Valencia estaba lejos y no tenía
varita mágica con tanto poder para darles una solución…Es lo que tiene ser una
bruja de mierda
Cuando colgué, en
mi interior, estallaron truenos y
relámpagos; comenzó el periplo de la
búsqueda de la coherencia. Mis compañeras de trabajo me miraban y callaban;
estaba claro que la opinión de una mujer lo único que iba a provocarme es mas
irritación. En ese mismo momento pensé que lo más conveniente era hablar con el género masculino; necesitaba tener en frente a alguien de esta
especie que me hiciese verlo desde “el
otro lado de la cama”
Pedí auxilio a la persona que hace no mucho tiempo me amueblaba el corazón;
necesitaba invitarle a comer, emborracharme, reír, escuchar alguna palabra dulce…ni yo misma se
muy bien que necesitaba. Pero de repente, ante mi grito de SOS, nadie respondía
a mis llamadas y a mi rescate. Supongo que presuponer a alguien fuerte, con carácter
conlleva a una postura cómoda por parte del socorrista; no hay que olvidar que todos
somos débiles, fuertes, capaces, incapaces, dependiendo de las circunstancias.
Si en un primer momento me llené de rabia, ahora llego la decepción, la
tristeza, la soledad…al comprobar que el arca donde uno guardaba sus pequeños
tesoros estaba vacía.
Y tiré de mis remedios caseros sencillos; monólogos
ingeniosos de youtube, frases filosóficas que odio, pero que para momentos de
turbulencias vitales vienen como anillo al dedo esos pensamientos tan
trascendentales; no leí mas de un par de páginas de “La seducción del gintonic”...Era
incapaz de poner freno a esa espiral y a ese desasosiego que se había apoderado
de mi alma. Finalmente pegué portazo y
tome la sabía decisión de “Forrest gump”, tirarme a la calle; andar y andar…
Después de hora y media sin brújula la bruja llegó de
nuevo a casa. Llamé a mi hermana, estaba dormida en el sofá; ella es mi sicóloga
particular, nuestras soluciones pasan por hacer unas buenas risas. No iba a ser
fácil encontrar a alguien que me sujetase o me diese una bofetada para
recuperar el norte y estaba claro que los conjuros no estaban haciendo efecto
Encendí la tele, “Indochina” a punto de concluir; esa
madre (Catherine Deneuve) preguntaba a
su hijo adoptado vietnamita que si había
conocido a su madre biológica en la
recepción. El muchacho le comentaba con
tristeza que estuvo allí esperando que alguien dijera su nombre…y le propinara
un beso. Decidió irse.
A mi me había
pasado todo el día lo mismo, solo necesitaba una “palabra”, creo que a esas
horas de la noche, pensé que me había valido cualquiera dicha desde el corazón.
No siempre las cosas suceden como uno quiere - pensé.
Entre sollozos por la película y con mi “dolor del alma”
decidí irme a la cama y que el mundo de
los mortales me dejara cuanto antes. Caí rendida cómo un bebe, había sido duro
el trajín vital al que había estado sometida.
He despertado temprano, sonriendo, recordando un bonito
sueño que había protagonizado alguien que horas antes me habían decepcionado.
¡Que sabiduría la naturaleza humana! Mi imaginación me ha hecho vivir aquello que la
vida no me dio; Gracias