Querida becaria; como te
he prometido que escribiría en el blog, aquí me tienes. No tengo muchas ganas,
pero lo voy a intentar; tú sabes que hay temporadas que me gusta más sentir y
vivir que reflexionar o sencillamente comentar “pequeñeces” o “tontunadas”.
Este verano por algún
motivo que ni yo misma sé y no es tangible, es especial; quizás el calor tórrido
al que no estamos acostumbrados en las latitudes del norte, quizás la
independencia que empiezo a disfrutar por lo mayores que se están haciendo las
chicas, quizás el estar inmersa en mis proyectos “rurales”…pero creo que sobre
todo la elección que hice durante los kilómetros que me llevaron al lugar de
destino, “disfrutar y ser feliz”. Recuerdo que días antes cuando buscábamos una
frase para el twiter a ti te gustaba mucho aquella de “la felicidad es una
elección” y aunque tengo poca afición a la “la frase sabia” que pulula por las
redes, en esta ocasión me apunté a ella.
El día comienza temprano;
soy incapaz de desprenderme de ese horario biológico que me impone la vida en
Madrid; me gusta abrir las ventanas y la puerta para que la niebla de la mañana
refresque la casa. Lleno el cubo blanco de agua y riego aquellos dos robles que
hace un par de años, con mucha ilusión, planté a la orilla del río; uno de
ellos tiene todas las hojas secas porque una vaca se rascó en su delgado tronco
y no sé si sobrevivirá; mira que muchos días le hablo y ni por esas…; con mi
cubo de agua al lado, me siento en la “penilla” y miro ensimismada al Ebro; cada día la
imaginación me lleva por distintos derroteros (otro día te lo cuento). Cuando
considero que mi madre ya se ha levantado me voy a desayunar con ella; ese
momento de atravesar mi huerta con chanclas y sentir como el rocío de la mañana
me moja los pies, “no tiene precio”. Desayunos de toda la vida, leche con
cola-cao y galletas, llenos de risas, cotilleos de la noche anterior, y las
noticias “frescas” del periódico que hojeamos, demoran este momento entrañable;
con el “subidón de madre” (a mis años aún lo necesito) ya estoy preparada para
lo que me echen.
Tengo sueño me voy a la
cama; hoy lo dejo aquí, pero prometo seguir...
Por cierto, la oficina es
un coñazo sin ti, mi querida becaria…ya nadie me regaña…gua, gua; te echo de
menos