8 de enero de 2012

EL CABALLERO QUE QUERÍA SABER MI TALLA DE SUJETADOR


A la hora bruja (12 de la noche) la que suscribe recoge sus polvos mágicos (humor, amor y cariño), se monta en su escoba y se lía a dar escobazos para que lleguen a cualquier lugar por recóndito que sea del ciber espacio.

Lo cierto es que no estaban los caballeros del zodiaco habituales, aquellos que son mis cómplices de la noche y con los que comparto la soledad. Uno de los que por allí pululaban era “el chico de la sonrisa Profidén”; creo que no habíamos cruzado mas allá de unas presentaciones correctas y algún que otro piropo que le había regalado (“No dejes de sonreír porque alguien se puede enamorar de tu sonrisa”).
Después de un par de saludos parcos y frases breves, la pregunta del caballero de la sonrisa “Qué talla de sujetador usas”. Conmoción momentánea en la red, en mi mente instantáneamente otra pregunta a hacer “y la medida de tu paquete…”. Hay que sobreponerse, hay que jugar, porque todo en la vida es un juego. Rebuscando la frase ingeniosa, divertida, lejos de la vulgaridad y lo soez a la vez que satisfaciendo su curiosidad masculina, pensaba en un anuncio de tele-tienda que cuenta que el 80 por ciento de las mujeres no compran en su vida el sujetador adecuando. Yo soy una de esas, unos van para mi madre, otros para mi hija, otros “muertos de risa” en el cajón…Finalmente decido acogerme al tallaje inglés “36 B”; no le sirve de nada mi contestación; sabía de antemano que un hombre de esos menesteres “ni papa” pero estaba convencida que el tema quedaba zanjado para no demostrar su ignorancia en el asunto. Una vez más me equivoqué. Cuanto más esquivaba la contestación y el juego era pura ironía, mas se revolvía el ego masculino. Sus preguntas y sus observaciones se convirtieron en el guión de una peli de porno duro, que sorteaba con mucho gracejo.
Definitivamente buscaba una jugadora en la cama “sumisa y que hiciese buenas felaciones”. Le recordé que las mujeres inteligentes somos atrevidas, provocadoras e irónicas…muy lejos de la sumisión; además no tenía carnet de “chupadora” (como quién tiene el de manipuladora o el de identidad).
En vistas que la conversación me resultaba de un gran esfuerzo mental, el caballero se había convertido en rufián y había olvidado el ritual de la seducción, la dama decidió  desmarcarse; ¡¡¡con lo bien que se esta en la cama!!!
Al día siguiente no me pude resistirme a enviarle un mail: ¿Cómo va el casting de personal con master en "succiones sumisas" (lo que da de sí la RAE)?.

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