7 de marzo de 2012

PRIMER DIA DE PILATES

Ayer fue mi primer día de "pilates"; cualquier cosa que abordo en la vida, aunque para el resto de los mortales sea muy cotidiana, para la bruja siempre es especial.
Cuando salía de casa, mis hijas me miraron de arriba a abajo y exclamaron "mamá, ¡que pintas llevas!". Menos mal que una tiene la autoestima por las nubes... Ya sabemos que una malla en desuso de mi hija, el niki de publicidad de carterpiller, las zapatillas baratas de Decathlon que compré para aqueña salida otoñal al campo contigo...no era el kit mas adecuado para presentarme en la clase de Pilates, donde se suponen que van las mujeres maduras, modernas e independientes. Como casi siempre me puede este espíritu provocador; sentía cierto regustillo sabiendo que era diferente a mis compañeras, aunque solo fuese en apariencia. Me esperaba el fisio para presentarme al grupo. ¡Vaya grupo mas enano!; la instructora, un caballero y una mujer madura. Y con la bruja, la tercera en discordia. Antes de tumbarme en la esterilla avisé "soy torpe". Las miradas se detuvieron en mí. Proseguí..."además de desorientada e ir con el paso cambiado". Por si no le quedaba muy claro a la profe le expliqué que tenía serias dificultades de imitar los ejercicios, que algo me ocurría en la cabeza para discernir derecha o izquierda, y que además seguir a alguien desde la posición frontal producía chispazos en mi cerebro. Para ilustrarlo comentar que el día que utilicé las  planchas de pelo de mi hija y me puse frente al espejo, el resultado fue una oreja quemada y el pelo en lugar de liso, erizado de la mala leche que se me puso. Y con todos estos "handicaps" finalmente me tumbé en la esterilla. Las 21:00 hras, si era hora de dormirse en lugar de "apretar ombligo" y alinear cadera...El caballero de mi izquierda, era rígido como un lingote. Cuando le miraba me producía una risa maliciosa que para colmo no podía contener...Paralelo al mundo de las lumbares y de la pelvis trascurría mi mundo interior que alimentaba lo ridículo de la situación. Como era incapaz de detener la risa consideré que tenía que hacer chascarrillos para disfrazar y dar sentido a mis "risas". Superado este momento y cuando pude recuperar el control y centrarme en "apretar ombligo", la angustia me invadió. Este grado de interés y alta concentración al realizar los ejercicios hicieron que los gases intestinales se desplazaran poco a poco al lugar de salida. ¡¡Menudo agobio!! Solo me quedaba rezar y rezar, oprimir los glúteos y que aquello acabase cuanto antes.  Se me hizo eterna la clase; me quería ir a mi casa a tumbarme en mi sofá...
Sobreviví al primer día de pilates...soy una campeona.

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