31 de agosto de 2012

MAÑANAS DE VERANO


Querida becaria; como te he prometido que escribiría en el blog, aquí me tienes. No tengo muchas ganas, pero lo voy a intentar; tú sabes que hay temporadas que me gusta más sentir y vivir que reflexionar o sencillamente comentar “pequeñeces” o “tontunadas”.
Este verano por algún motivo que ni yo misma sé y no es tangible, es especial; quizás el calor tórrido al que no estamos acostumbrados en las latitudes del norte, quizás la independencia que empiezo a disfrutar por lo mayores que se están haciendo las chicas, quizás el estar inmersa en mis proyectos “rurales”…pero creo que sobre todo la elección que hice durante los kilómetros que me llevaron al lugar de destino, “disfrutar y ser feliz”. Recuerdo que días antes cuando buscábamos una frase para el twiter a ti te gustaba mucho aquella de “la felicidad es una elección” y aunque tengo poca afición a la “la frase sabia” que pulula por las redes, en esta ocasión me apunté a ella.
El día comienza temprano; soy incapaz de desprenderme de ese horario biológico que me impone la vida en Madrid; me gusta abrir las ventanas y la puerta para que la niebla de la mañana refresque la casa. Lleno el cubo blanco de agua y riego aquellos dos robles que hace un par de años, con mucha ilusión, planté a la orilla del río; uno de ellos tiene todas las hojas secas porque una vaca se rascó en su delgado tronco y no sé si sobrevivirá; mira que muchos días le hablo y ni por esas…; con mi cubo de agua al lado, me siento en la “penilla” y  miro ensimismada al Ebro; cada día la imaginación me lleva por distintos derroteros (otro día te lo cuento). Cuando considero que mi madre ya se ha levantado me voy a desayunar con ella; ese momento de atravesar mi huerta con chanclas y sentir como el rocío de la mañana me moja los pies, “no tiene precio”. Desayunos de toda la vida, leche con cola-cao y galletas, llenos de risas, cotilleos de la noche anterior, y las noticias “frescas” del periódico que hojeamos, demoran este momento entrañable; con el “subidón de madre” (a mis años aún lo necesito) ya estoy preparada para lo que me echen.
Tengo sueño me voy a la cama; hoy lo dejo aquí, pero prometo seguir...
Por cierto, la oficina es un coñazo sin ti, mi querida becaria…ya nadie me regaña…gua, gua; te echo de menos

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